Soy Pablo y tengo 32 años. Mis primeros recuerdos sobre la tartamudez se remontan a cuando tenía apenas 4 o 5 años, aunque en ese entonces no era consciente de lo que significaba. No fue hasta la adolescencia que comprendí realmente lo que era la tartamudez. Y, si bien esta etapa ya es complicada de por sí, la tartamudez la convirtió en un período aún más difícil.
Nunca expresé mi malestar a nadie ni quise hablar sobre mi tartamudez, ya que para mí siempre fue un tema tabú. Por eso, tampoco recibí ningún tipo de terapia en ese momento.
No fue hasta mi época adulta cuando decidí visitar a un logopeda, con la esperanza de encontrar una solución. Sin embargo, la experiencia fue horrible; mirando en retrospectiva, aquel profesional no tenía ni idea de lo que estaba haciendo, y carecía de cualquier tipo de sensibilidad o tacto. Después de esa experiencia, perdí la fe en poder tratar mi tartamudez y me resigné a vivir con ella.
Con los años, la tartamudez puede mejorar un poco; uno puede ganar seguridad de diferentes maneras y creer más en uno mismo. Sin embargo, el miedo y la ansiedad ante la posibilidad de tartamudear siempre están ahí, y tratar de disimularlo se convierte en una misión de 24 horas al día, lo que puede hacer la vida muy angustiosa.
Por suerte, el destino me llevó a conocer a Savio. Cuando me contó que era logopeda especializado en la tartamudez, mi primera reacción interna fue de vergüenza. Pero pronto superé esa sensación y le dije que era tartamudo, y que quería saber más, ya que hasta ese día creía que no había solución.
Decidí apuntarme al siguiente curso que ofrecía, y así comenzó este bonito camino.
Cada día nos reuníamos durante una hora para hacer la clase, y creedme… era la mejor hora del día. No importaba cómo había sido mi día ni cómo me sentía; cuando encendía el ordenador y veía a Savio y a mis compañeros de clase, todo cambiaba. La hora pasaba volando, y siempre me daba pena terminar la clase porque todo lo que nos enseñaba Savio era tan interesante que me podría haber quedado cuatro horas más escuchándolo. Fueron días muy mágicos para mí. La tartamudez había sido un tema tan tabú para mí que tardé más de 20 años en buscar cualquier cosa sobre ella en internet. Así que poder compartir todo esto, que había estado reprimido dentro de mí toda mi vida, con otras personas en la misma situación y con la experiencia y el conocimiento de Savio, fue tan liberador y placentero que no lo puedo describir con palabras.
El curso, a nivel técnico, es fantástico. Realmente te ofrece las herramientas para dejar de tartamudear. Y quiero recalcar esto: DEJAR DE TARTAMUDEAR. Sin embargo, el proceso no es tan sencillo como hacer el curso y dejar de tartamudear en un mes. A lo largo del curso, te das cuenta de la importancia que tiene la psicología y nuestra mente en el habla, por lo que para dejar de tartamudear, tendremos que enfrentarnos a ella y a todos esos miedos e inseguridades que nos provoca.
Sin ninguna duda, recomiendo este curso a cualquier persona que tartamudee y cuya vida se vea afectada negativamente por ello. Y si algo recalcaría es que el curso debería hacerse siempre en grupo. Para mí, esto es fundamental, ya que me ha ayudado mucho a normalizar la tartamudez. En mis 32 años, nunca había hablado sobre la tartamudez con otro tartamudo. Las únicas conversaciones que había tenido fueron muy ocasionales con algún amigo, y solo una vez se lo mencioné a mis padres. Creedme cuando digo que el poder compartir todo esto con personas en tu misma situación cambia completamente todo.
Nuestro grupo estaba formado por cinco alumnos y Savio. Para mí, este grupo es como mi familia, mis hermanos tartamudos. ¡Qué alegría siento al pensar en todos y cada uno de ellos! El cambio que algunos de ellos han logrado en solo dos meses es espectacular. Pasaron de tener una tartamudez severa a hablar con una fluidez que sorprende. Si no los conociera y alguien me dijera que hace dos meses estos chicos tartamudeaban, pensaría que me están tomando el pelo.
Para finalizar, me gustaría dar las gracias a Savio por la oportunidad que nos brinda a todos los tartamudos de poder cambiar algo tan importante para nosotros. Además de ser un grandísimo logopeda, es una gran persona. También quiero agradecer a mis compañeros Arnau, Fran, Javi y Dani, que son unos auténticos máquinas. Me han ayudado muchísimo y, sin ellos, todo habría sido diferente. Estoy muy orgulloso de ellos por enfrentarse a sus miedos y esforzarse día a día en mejorar. Y, por último, quiero agradecerme a mí mismo, por enfrentarme a mis miedos y dar un paso más en este camino llamado felicidad.
Para más información rellena el siguiente formulario y contactaremos contigo lo antes posible.