La realidad profesional Españoladel Método Coppolapara dejar de tartamudear
30 años de experienciaMás de 3500 testimonios de los resultadosProfesionales ex tartamudosAhora en España dirigida por el Logopeda ex tartamudo Mascolo
Para superar la tartamudez es importante comprender la individualidad de cada uno, escuchar su historia y sus dificultades.
Descubre nuestro curso online, personalizado a tu medida y diseñado para aprender el camino que te permitirá tener el control de tu lenguaje en cualquier situación de ansiedad.
Primera consulta gratuita
Primera semana gratuita
Lecciones individuales via Skype con el Dr. Mascolo
Una hora de lección diaria durante 4 semanas
¡Aprenderás a pensar y construir las frases sin Bloqueos!
El objetivo es pensar mientras se habla
Un enfoque probado. Desarrollado y perfeccionado a lo largo de los años.
Una tecnica que te permitirá hacer frente, a cualquier tipo de situacion hablando sin el miedo de los bloqueos!
Sabemos exactamente cómo te sientes y te enseñaremos el mismo camino que nos ha permitido dejar de tartamudear
Para conocernos y evaluar cómo podemos ayudarte sin ningún compromiso
Para que puedas darte cuenta de lo que te ofrecemos sin ningún pago adelantado
Para diseñar un curso personalizado a tu medida y escuchar tu historia
¡El curso termina cuando seas tú quien nos enseñe a dejar de tartamudear!
A la desesperada, encontré a Savio. Puedo decir que estoy eternamente agradecido porque me ha proporcionado una serie de herramientas que me han ayudado muchísimo y ahora mi habla ha mejorado. Aún es un camino largo de entrenamiento, pero lo que antes veía imposible, ahora lo tengo a mi alcance.
El curso me fue de mucha utilidad, ya que emplea un método innovador, que no se usa en la logopedia tradicional. Aprendí que, haciendo los movimientos correctos y aplicando correctamente los tres ejercicios, variando la velocidad según el tipo de ansiedad en ese momento, se puede dejar de tartamudear, además de aplicarlos en cualquier situación. Mi idea es seguir desarrollándome en cuanto al lenguaje y, sobre todo, disfrutar del proceso y ser feliz, que es lo más importante en la vida. Aunque también tengo miedos, como posibles recaídas, estoy tranquilo porque sé que tengo todas las herramientas para superarlo. ¡Yo puedo! Y a cualquier persona que esté pasando por lo mismo que yo, le digo que ¡SE PUEDE!
Tras terminar el curso y haciendo un análisis en frío, he podido llegar a algunas conclusiones. En primer lugar, el método no es una cura milagrosa, sino una forma de hablar nueva que hay que desarrollar y que aún sigo desarrollando. En segundo lugar, aún no he podido solucionar mi problema del todo, pero puedo decir que tengo las herramientas necesarias para poder hablar con fluidez y que, poco a poco, me voy enfrentando a más situaciones sin usar mis viejos trucos para disimular la tartamudez. En tercer lugar, me siento capaz de seguir mis metas sin que la tartamudez me limite. Por todo ello, recomiendo realizar el curso a todo aquel que esté en mi situación.
No ha sido fácil, y en este momento todavía seguimos entrenando a diario. Aún nos queda mucho camino por recorrer, pero ahora sabemos cuál es la dificultad de Sara y qué tenemos que hacer para que logre convertir el NO PUEDO en PUEDO.
La primera semana del curso fue mejor que todas las clases de las últimas logopedias a las que había ido. Savio hizo que me sintiera identificada con él desde el primer momento y supe que podría ayudarme. Conocí a más gente con mi dificultad y pude hablar con ellos utilizando la técnica, por supuesto, y me sentí muy bien al saber que había muchas más personas en mi situación. Ahora pienso que, siendo constante en la práctica de los ejercicios correctamente día a día con mi familia, amigos o yo sola, podré llegar a sentirme libre a la hora de hablar.
Es cierto que todavía tengo que enfrentarme a situaciones que me generan más ansiedad y que debo desarrollar aún más el lenguaje, pero ahora ya tengo las herramientas técnicas y el apoyo de Savio para poder hacerlo.
Hablyo ha sido un antes y un después en mi vida. Todo lo que diga aquí va a sonar a frase hecha, pero es una realidad muy sincera. Savio me ha ayudado a enfrentarme a un problema al que nunca me había enfrentado, me ha dado herramientas técnicas (claras y concisas) para dejar de tartamudear y comprobar que se puede, pero, sobre todo, ha iluminado mi mente derribando muchos mitos sobre la tartamudez y hablando sobre ella de manera muy directa; algo que ha favorecido a mi percepción personal sobre el asunto. ¡Gracias!
Estoy muy contento con el progreso que he alcanzado hasta ahora. Aunque todavía no es perfecto y esporádicamente percibo algún bloqueo, la mejoría ha sido muy grande si lo comparo con el lenguaje y la autoconfianza que tenía antes de hacer el curso.
En las primeras semanas vimos cómo nuestro hijo comenzaba a controlar una situación que antes para él había sido incontrolable. A medida que pasaban las semanas, lo veíamos más seguro, con más autoestima y, sobre todo, más feliz. Ahora, después del tratamiento, es sorprendente cuando nos dice: "No te preocupes mamá, ya sé cómo no tartamudear", y es verdad, cuanto más práctica, menos bloqueos le surgen. Hablyo ha sido un gran descubrimiento en nuestras vidas, no solo porque nuestro hijo ha mejorado, sino porque se siente, y nos sentimos, entendidos y acompañados. La experiencia con Savio ha sido muy enriquecedora. Creo que su experiencia como ex-tartamudo nos ha ayudado muchísimo tanto en el plano del habla como en el plano emocional.
Y aquí estoy, mejorando cada vez más y más. Finalmente, quiero agradecerle a Savio Mascolo por todo lo que ha hecho por mí, por su paciencia al enseñarme y por todo lo que he aprendido gracias a él. También agradezco a mis padres, pero Savio se merece gran parte de este mérito. ¡Muchas gracias!
Buscaba una solución mágica, pero hoy en día sé que no existe. Sin embargo, encontré algo mejor que la magia: encontré un método. Un método que me da las herramientas para dejar de tartamudear, un método explicado por una persona que conoce el tema mejor que nadie, un italiano loco, divertido, carismático, expresivo, que me enseñó las herramientas para vencer el problema. Hoy en día, me siento bien, muchísimo más seguro. Los miedos a los bloqueos han sido minimizados. Es más, quiero hablar, sí, quiero hablar, quiero experimentar con el lenguaje; es algo nuevo para mí. Es emocionante esta nueva etapa que estoy comenzando. Ahora, solo dependerá de mí practicar y practicar, aplicar lo aprendido, y lograr el 100% de fluidez al momento de hablar.
Cada día nos reuníamos durante una hora para hacer la clase, y creedme... era la mejor hora del día. No importaba cómo había sido mi día ni cómo me sentía; cuando encendía el ordenador y veía a Savio y a mis compañeros de clase, todo cambiaba. La hora pasaba volando, y siempre me daba pena terminar la clase porque todo lo que nos enseñaba Savio era tan interesante que me podría haber quedado cuatro horas más escuchándolo. Fueron días muy mágicos para mí.
Nosotros también hemos sentido miedo, dudas y frustración.
Lee nuestras historias para descubrir que sí hay solución.
En la etapa del instituto, intentaba evadirme de las exposiciones y, momentos antes de la presentación, hablaba con mi profesor para que lo tuviera en cuenta. Pensaba que era la solución, pero en realidad solo creaba más miedos e impotencia.
Durante mucho tiempo recorrimos un camino equivocado. Todo comenzó cuando Sara tenía dos años. No conseguía decir más que algunas palabras aisladas, y cuando intentábamos que nos dijera una frase de tres o cuatro palabras, nos costaba mucho entenderla. Consultamos a numerosos especialistas: terapeutas de desarrollo rítmico, logopedas, fisioterapeutas especializados, otorrinolaringólogos, optometristas, neurólogos… Sin embargo, ninguno supo decirnos qué le pasaba a Sara y, lo más importante, nadie nos indicó cómo podíamos ayudarla.
La tartamudez creo que no me ha afectado excesivamente en mi vida diaria, pero sí que es cierto que, como relataban algunos de mis compañeros y el mismo Savio, constantemente he tenido que cambiar palabras, utilizar sinónimos, muletillas, hacer como que no me acordaba de los nombres… todo ello cuando percibía algún bloqueo, y de esta forma podía darle una patada y salir adelante.
Uno de mis mayores miedos siempre ha sido conocer gente nueva. Naturalmente, soy una persona muy sociable, pero el miedo a lo que pensarán cuando me trabe al hablar o no poder ser yo misma al cien por ciento porque no puedo decir exactamente lo que estoy pensando, me echa para atrás. Cuando veo que tenemos que leer en voz alta en clase, me empiezan a sudar las manos y empiezo a contar los alumnos que faltan para saber cuándo es mi turno y qué frase me tocará leer para poder practicarla de antemano. Algo que también me causa mucha ansiedad es cuando tengo que presentarme delante de mucha gente. El momento en el que hacen la típica ronda para que todos nos conozcamos mejor y tenemos que decir nuestro nombre y tres cosas sobre nosotros es el que menos me gusta. Después, cuando me trabo y alguien me dice que me tranquilice, se vuelve aún peor.
Recuerdo que cuando estaba en el colegio o en el instituto, por las noches pensaba en el día siguiente, en qué situaciones posiblemente me bloquearía y cómo podía intentar evitarlas. Algunas veces, cuando hacían preguntas en clase, aunque supiera la respuesta, no la decía porque sabía que esa palabra no me saldría. Por otra parte, cuando leíamos en voz alta por orden, según nuestro asiento, yo calculaba qué frase me tocaría a mí y, si comenzaba con alguna palabra que me resultaba difícil, intentaba hacer alguna artimaña para leer otra frase que me resultara más fácil. En mi actual etapa en la universidad, cuando he tenido que presentar alguna exposición o hablar con médicos o pacientes, lo he vivido con gran ansiedad, hasta el punto de intentar evitar al máximo dichas situaciones.
Recuerdo el día de mi primera comunión. El sacerdote que nos comulgaba nos dio a cada uno un texto que teníamos que leer durante la celebración, delante de todos los invitados. Yo me lo sabía prácticamente de memoria de la cantidad de veces que lo había ensayado en casa. Llegó mi momento, me acerqué al altar, con mi traje de almirante blanco, tomé aire y el sacerdote me dijo: "Te he cambiado el texto, lee este." Mi nivel de nerviosismo en ese momento se disparó. Me bloqueé y tartamudeé delante de una iglesia llena “hasta la bandera.”
Para más información rellena el siguiente formulario y contactaremos contigo lo antes posible.