Ubaldo - Hablyo
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Ubaldo

Ubaldo – 45 años

Método Coppola: Mi experiencia en la adquisición de un “nuevo” lenguaje

Antes del Curso 

Cada persona que tartamudea es diferente y vive su tartamudez desde sus capacidades personales, entorno social y, sobre todo, entorno familiar. Desde mi punto de vista, la familia es el factor principal y determinante en la evolución, tanto para bien como para mal, de la tartamudez. ¿Por qué pienso que esto es así? Sencillamente porque en la inmensa mayoría de los casos la tartamudez se instaura (o se erradica) en los primeros 10 años de vida del niño o niña. En mi caso, mi familia no ayudó en absoluto. Por desconocimiento o por lo que fuera, más que ayudarme durante mi infancia y adolescencia, lo que hicieron fue “ayudar” a que la tartamudez se instalara en mi vida. Los recurrentes comentarios del tipo “habla despacio…”, “respira…”, “tranquilo…”, eran comunes en mi día a día, cuando no recibía algún comentario despectivo respecto a mi habla.

 

No culpo a nadie por mi tartamudez; sería absurdo y no me aportaría nada. Pero no puedo evitar recordar que este problema condicionó una parte importante de mi vida. Por recomendación de un profesor durante mi etapa de bachillerato, me formé en una profesión “de silencio” (informática), que he ejercido durante más de 30 años. Y he de reconocer que no me ha ido mal. Superada la etapa universitaria, mi vida transcurrió de una forma, digamos, estándar. Me casé, fui padre… Lo cierto es que con el paso de los años, probablemente por una mayor madurez personal, mi tartamudez fue quedando atrás en mi consciencia, como un recuerdo del pasado; pero no porque desapareciera (nunca lo hace, en realidad), sino porque en mi día a día apenas me afecta.

 

Así transcurría mi vida hasta que, en uno de “esos días” —así los llamo yo— en que mis bloqueos se multiplicaron sin motivo aparente (me suelo decir a mí mismo: “Joder… hoy estoy disparatado”), me puse a buscar (por enésima vez) y con un alto grado de frustración, información sobre la tartamudez; o mejor dicho, información sobre cómo eliminar la tartamudez. Como le dije a Savio: “A los tartamudos nos importa un pimiento la causa de la tartamudez. Ofrécenos una pastilla que la cure y la tomaremos sin dudarlo”. En esa búsqueda me topé con la web de Hablyo y, por primera vez, leí sobre algo llamado “Método Coppola”. “Un método más…”, pensé. Indagué más profundamente y entonces… escuché una breve entrevista de Giuseppe Coppola a una chica llamada Paola. En el sentido más limpio de la palabra, me enamoró escuchar a Paola. ¿Sería cierto? ¿Esa chica era realmente tartamuda? ¿Cuántos bloqueos sufría antes de realizar el curso? Ahí tomé la decisión de solicitar información.

 

El Método Coppola

Si se me pidiera sintetizar el curso en una sola palabra, esta sería HONESTIDAD. No es nada frecuente encontrar una oferta tan limpia: de las cuatro semanas que dura, la primera es gratis para que uno decida libremente. Impecable. Éxito asegurado.

 

Sobre el contenido en sí del curso, pronto entendí (en la segunda semana) su asombrosamente simple e irrefutable principio. Todos los tartamudos sabemos de un hecho que pasa desapercibido para la mayoría de las personas: no tenemos bloqueos cuando cantamos. Nunca. Jamás. ¿Por qué esta aparente contradicción? ¿Qué diferencia existe entre el habla y el canto para un tartamudo? Durante el habla, los tartamudos nos hemos entrenado de forma intensiva, durante cada frase, todos los días, desde el primer momento en que fuimos conscientes de nuestra condición, para anticiparnos a los bloqueos y tratar de evitarlos. Es decir, pensamos en el futuro. Durante el canto, sin embargo, estamos concentrados en la melodía, letra y rítmica de la canción que estamos interpretando… ¡¡en ese preciso instante!! Esto es, pensamos y cantamos en presente. Pues bien, el Método Coppola utiliza esa diferencia para, a través de la búsqueda de los tres ejercicios, pensar en presente mientras hablamos. Esa es la clave del Método Coppola y lo que garantiza su éxito. No puede haber bloqueos si nos concentramos en los tres ejercicios. Otra cosa bien distinta es cuán natural suene ese lenguaje o la disciplina que tengamos a la hora de aplicar el método en nuestro día a día. La práctica continua y la internalización de ese nuevo lenguaje conforme a nuestras cualidades personales hará que progresivamente ganemos en control lingüistico y fluidez. Es más, con el paso del tiempo lo normal será que recurramos al método en menos situaciones, ya que habremos ganado en seguridad.

 

Después del Curso 

He de reconocer que, en mi caso concreto, el Método Coppola no ha cambiado radicalmente mi vida. Y esto no es achacable al método, en absoluto. Simplemente ocurre que en mi día a día apenas enfrento situaciones que me generen ansiedad. El paso de los años y la natural ganancia de madurez personal han derivado en que mis bloqueos se limiten a contadas situaciones y, sobre todo, a palabras que comienzan con consonantes oclusivas sordas (p, t, k). Aun así, es incuestionable el acierto que tuve al realizar el curso. Además de conocer a personas estupendas como Savio y a los demás compañeros del curso, además de sentirme por primera vez en mi vida arropado por un grupo de personas con las que podía hablar de tartamudez de forma cómoda, de tú a tú, además de todo eso… ahora, por fin, tengo la herramienta para que, en esas contadas ocasiones en que me visita “nuestra amiga”, pueda tomar el control y cerrarle la puerta. Dependerá solo de mí, nunca más de “nuestra amiga”.

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