Mi historia con la tartamudez se remonta a la separación de mis padres. No supe gestionar mi estado emocional y los traumas, y empezaron los primeros bloqueos, aproximadamente entre los 7 y 8 años.
En mi etapa de estudios primarios, recuerdo que la profesora de audición y lenguaje me sacaba del aula para hacer ejercicios, y me sentía como el raro de la clase.
Siempre he sido una persona un tanto introvertida debido a la tartamudez y trataba de evitar ser el centro de atención.
En la etapa del instituto, intentaba evadirme de las exposiciones y, momentos antes de la presentación, hablaba con mi profesor para que lo tuviera en cuenta. Pensaba que era la solución, pero en realidad solo creaba más miedos e impotencia.
Siempre he asistido a sesiones con logopedas y, aunque durante la sesión todo iba bien, los bloqueos siempre volvían después.
A la desesperada, encontré a Savio.
Puedo decir que estoy eternamente agradecido porque me ha proporcionado una serie de herramientas que me han ayudado muchísimo y ahora mi habla ha mejorado.
Aún es un camino largo de entrenamiento, pero lo que antes veía imposible, ahora lo tengo a mi alcance.
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