Marcos - Hablyo
1248
wp-singular,page-template,page-template-full_width,page-template-full_width-php,page,page-id-1248,page-child,parent-pageid-1175,wp-theme-bridge,bridge-core-3.0,qode-page-transition-enabled,ajax_fade,page_not_loaded,,qode_grid_1400,footer_responsive_adv,hide_top_bar_on_mobile_header,qode-content-sidebar-responsive,qode-theme-ver-28.4,qode-theme-bridge,wpb-js-composer js-comp-ver-6.7.0,vc_responsive
 

Marcos

Marcos – 14 años

Hola, soy Marcos C. R., tengo 14 años y os voy a contar mi historia.

Desde que aprendí a hablar, no sentí nervios ni bloqueos; hablaba con normalidad y sin presión. Vivíamos en Sevilla, donde tenía mis amigos del colegio y también fuera de él. Pero cuando tenía 7 años, mis padres decidieron cambiar de ciudad porque ellos son pastores y querían plantar una iglesia en otra ciudad. Así que nos mudamos a Chiclana, Cádiz. Esto significó que también me cambiaron de colegio y de equipo de fútbol, lo que implicaba tener que hacer nuevos compañeros en todas las actividades.

 

Fue entonces cuando empecé a sentir nerviosismo a la hora de relacionarme y experimenté bloqueos al hablar. Desde que comencé en el nuevo colegio y a relacionarme con compañeros, me encontré con muchas limitaciones, y por eso hablaba muy poco. Con el tiempo, me fui acostumbrando a los nuevos amigos y ellos también se acostumbraron a mi manera de comunicarme. Había veces que hablaba mejor y otras veces peor, pero aunque a veces mejoraba por mi cuenta, había momentos en los que era imposible evitar los bloqueos.

 

Cuando empecé en el instituto, el cambio fue grande para mí y para todos, así que mis padres decidieron llevarme a un logopeda para intentar mejorar mi habla. Ellos hicieron todo lo posible para ayudarme, y les agradezco mucho todo lo que han hecho por mí. Empecé a ir al logopeda, donde durante una hora me enseñaban solo dos simples ejercicios de respiración y vocalización. Con el tiempo, me fui aburriendo más y más, así que mis padres decidieron dejar de llevarme a ese logopeda. Yo intentaba hacer todo lo posible para mejorar por mi cuenta y practicaba todos los días con mis padres las técnicas que ellos me enseñaban, pero por más que lo intentaba, no funcionaba. Decidimos no apuntarme a otro logopeda por un tiempo, ya que mis padres consideraban que era una pérdida de tiempo y dinero, porque los logopedas anteriores no habían logrado que mejorara.

 

Llegué a segundo de instituto y ya estaba harto de esta situación. Así que, entre toda la familia, decidimos buscar algún logopeda, pero esta vez por Zoom y que realmente fuera bueno para ayudarme. Mi padre, mi madre, mi hermana y yo nos reunimos en el estudio de mi padre y empezamos a pedirle a Dios que nos guiara hacia el mejor logopeda, alguien que pudiera enseñarme lo mejor de sus conocimientos y que me ayudara a superar los límites que había tenido durante todo este tiempo. Después de orar, buscamos en Google y encontramos miles de opciones. Mi padre no quiso leer toda la información de cada una, así que simplemente eligió la opción número ocho o nueve. Leyó toda la información y resultó ser justo lo que estábamos buscando, todo lo que le habíamos pedido a Dios. Fue un milagro, especialmente cuando leímos que en cuatro o cinco semanas podría superar esto, siempre y cuando practicara, claro.

 

Y aquí estoy, mejorando cada vez más y más.

 

Finalmente, quiero agradecerle a Savio Mascolo por todo lo que ha hecho por mí, por su paciencia al enseñarme y por todo lo que he aprendido gracias a él. También agradezco a mis padres, pero Savio se merece gran parte de este mérito.

 

¡Muchas gracias, y que viva el Sevilla FC y el Inter de Milán!

¿Hablamos?

Para más información rellena el siguiente formulario y contactaremos contigo lo antes posible.