Maribel - Hablyo
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Maribel

Maribel – 42 años

Mi experiencia con la tartamudez se remonta a mi infancia. No tengo muchos recuerdos claros hasta la adolescencia. Recuerdo que al hablar con mi padre, siempre me infundía respeto debido a su educación autoritaria y a que hablaba con un tono alto y contundente. Con mi madre me gustaba más hablar, aunque ella era una mujer que hablaba muy rápido y tendía a no escuchar, por lo cual en mi infancia no tenía muchas ocasiones de hablar, salvo con mi hermano, que era ocho años mayor que yo.

 

Mi hermano también tartamudeaba.

 

Mis recuerdos más vívidos se sitúan en la etapa del instituto. Para mí, hablar en clase o leer en voz alta era un suplicio: se me aceleraba el pulso, me enrojecía y me sudaban las manos. Alguna vez sufrí burlas de algún compañero. Me costaba mucho relacionarme con gente nueva y mi autoestima era baja.

 

Nunca he ido a un logopeda, y en mi casa era un tema tabú. Yo sola, con trucos que se me ocurrían, intentaba disimular mis bloqueos alargando fonemas o cambiando el orden de algunas frases. A pesar de mi problema, elegí dedicarme a la enseñanza, sin ser consciente de que el habla sería mi instrumento de trabajo.

 

A pesar de mis dificultades, especialmente al hablar rápido y bloquearme con ciertos fonemas, nunca he hablado de mi problema con nadie. Disimularlo ha sido mi trabajo diario. En mi trabajo como maestra, me he dado cuenta de que hablar rápido no me ha ayudado, y ha provocado que la clase no estuviera atenta.

Este verano se me ocurrió buscar en Internet algo sobre la cura de la tartamudez. Leí sobre el curso de Hablo y contacté para pedir información. Al principio del curso me sentía muy contenta y con ganas de cambiar mi forma de hablar. Se lo conté a mis hijos para que me dejaran hacer las reuniones en silencio y poder practicar con ellos de forma natural. También se lo conté a mi grupo de amigas. No se lo he contado a nadie más, pero lo estoy llevando a cabo cada día, con mis hijos y en el colegio.

 

Trato de empezar a hablar con las tres largas y gestiono la velocidad, siguiendo los tres ejercicios. Me resulta más fácil cuando leo cuentos en voz alta. Las aberturas son lo que más me ayuda a hablar de manera clara y a gestionar diferentes velocidades del habla según lo que necesite. Me estoy concienciando cada día de que el método funciona si se pone en práctica.

 

También es verdad que, a mis 42 años, y con malas costumbres de disimulo, a veces me cuesta aplicarlo, especialmente con personas con las que hablo a diario (compañeros, vecinos, etc.).

 

Tengo que vencer mis miedos y confiar, es la única manera de que funcione. Mi carácter es algo nervioso y siempre quiero hacer varias cosas a la vez, lo cual tampoco me ayuda en el habla, debido a mi ansiedad por hacer todo de forma rápida. Aparte de seguir los ejercicios del curso, también tengo que aprender a centrarme más en lo que estoy haciendo y mantener la mente en el presente. Si tengo la mente en el futuro, al hablar me acelero.

 

En mi trabajo de maestra, tengo muchas ocasiones en las que debo hablar bajo presión, con niños que interrumpen, en reuniones de padres, reuniones de profesores, etc. Muchas de estas situaciones me producen ansiedad elevada y me cuesta mantener un lenguaje fluido sin acelerarme. Si sigo el método, me ayuda mucho.

 

Estoy contenta con mis logros. Empecé pidiendo mi cortado descafeinado de máquina, por fin bien pronunciado. Eso me motivó a seguir usando el método cuando voy a comprar o a pedir en una tienda. Cada logro que consigo me sube la autoestima y confío en el método y en los consejos de Savio.

 

Aprovecho para agradecer a Savio su labor y su profesionalidad. Ha sido un placer hacer el curso con él.

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