Mi historia con la tartamudez se remonta a la edad en la que tengo recuerdos de mi vida, aproximadamente cuando tenía 5 años. Por aquel entonces, mi madre me llevaba al logopeda para enseñarme a pronunciar algunas palabras como la erre o la zeta. Era muy gracioso porque antes de aprender estas palabras decía «sapato» o «radio». Ya por aquel entonces, mi madre le preguntó a la logopeda sobre el tema de la tartamudez, ya que percibía que tenía bloqueos, y en mi caso parecía familiar, ya que mi abuelo paterno y mi padre tartamudeaban (y años más tarde, cuando nació mi hermano pequeño, él también tartamudeaba). La logopeda le dijo a mi madre que no se preocupara de nada, que era una tartamudez muy leve y que con el paso de los años se me corregiría.
Yo no sé si era una tartamudez leve o como fuese, lo cierto es que yo no percibí que me dificultara mucho el día a día. Por ejemplo, mi madre recuerda una anécdota mía que cuando tenía 7 años nos fuimos de excursión con los de la clase de primaria y una compañera mía se reía porque yo tartamudeaba, y yo le respondía bien fuerte y gritando que ella era mucho más tonta que yo, que eso era peor. Bromas aparte, como decía, la tartamudez creo que no me ha afectado excesivamente en mi vida diaria, pero sí que es cierto que, como relataban algunos de mis compañeros y el mismo Savio, constantemente he tenido que cambiar palabras, utilizar sinónimos, muletillas, hacer como que no me acordaba de los nombres… todo ello cuando percibía algún bloqueo, y de esta forma podía darle una patada y salir adelante.
Siguiendo con la historia de la tartamudez, desde la época de los 5 años ya no acudí a ningún logopeda más hasta los 15 años, cuando mi madre me llevó muy brevemente a otra logopeda, pero esta mujer o no me enseñó mucho o no recuerdo yo muchas cosas, así que me quedé igual con el tema de la tartamudez.
Poco a poco, conforme me he hecho mayor, he percibido los bloqueos y los he intentado evitar, ya sea al leer en público en el instituto, al hacer alguna exposición en la universidad o al hablar en mi día a día en el trabajo.
Para intentar mejorar mi comunicación y con el objetivo de ser profesor de universidad, decidí emprender este curso, ya que la confianza que me hizo ver Savio desde la primera clase me dio esperanza en mejorar mi comunicación y mi lenguaje. Y la verdad es que las primeras impresiones no fallaron, ya que con esta técnica he aprendido a pensar en otras cosas – LOS TRES EJERCICIOS – y de esta forma no percibir bloqueos. Además, Savio nos ha enseñado otras cosas muy valiosas de la comunicación, como el lenguaje de las personas que no tienen bloqueos, la importancia de la articulación o las diferentes cosas que suceden en una conversación del día a día que no nos paramos a valorar, pero que el hecho de tomar consciencia de ello ya es clave para mejorar la comunicación.
Creo firmemente que la tartamudez se puede corregir notablemente e incluso desaparecer con este método y los ejercicios que nos ha dado Savio, y ya durante estas semanas, con la ganancia de confianza, los bloqueos se han reducido notablemente. Muchas gracias a Savio por su profesionalidad y su forma de comunicar.
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